"Cuando crees que tu vida ya está hecha, cuando crees que tu vocación es lo que haces todos los días de la semana…ahí aparece “algo” que te dice: ¡esto no es! Llamémoslo percepción, intuición, mensaje o sólo una sensación en el medio del pecho, en el corazón..."

 

 

 

 

 

De profesión Profesora de Educación Física. Me especialicé en el mundo del fitness, danza y ritmos varios. Mi objetivo y misión hasta los treinta y un años era ayudar a la gente a tener el cuerpo físico que buscaban , promover la salud y la diversión, que en mis clases no podían faltar. Creo que en realidad era lo que yo también buscaba.

 

Cuando llegó mi hija Luz, cambió todo. Entre el “eterno” puerperio y el ying que desbordaba por doquier, surgió en mí la necesidad de cambiar de rumbo y dar equilibrio a todas las áreas de mi vida.

 

Me llevó un tiempo de preguntas, de investigación, de auto formación y de encuentro con muchos maestro/as y momentos de soledad. De lo que estaba segura era de la pasión por la danza, la música, la docencia, la comunicación y del poder ayudar a otros en su bienestar.

 

Como la vida es sincrónica y de eso se trata, un día llegó a mí un video de Danzaterapia.  Ahí comencé ahondar  y a investigar más.

 

Y así fue como en medio de una revolución y un cierto caos dentro mío apareció Shaumbra. Así, sin siquiera pensarlo y de forma espontánea comencé a sentir y anotar en un cuaderno que llevaba a todos lados, lo que hoy es Shaumbra Danzaterapia. Con lágrimas en los ojos, como en éste momento que lo estoy recordando, supe que mi vida iba a cambiar para siempre.

 

Tres meses después y sin dudarlo, comencé a compartir las prácticas una vez por semana. Era asombroso lo que generaba en las personas y en mí. La transformación fue maravillosa, el aprendizaje es constante, en cada práctica, con cada persona.

 

Hoy creo y siento que Shaumbra es mi vida, vivo como un Shaumbra, siento, me relaciono y actúo como tal. Y doy gracias a ese “llamado interior” que me llevó a buscar y seguir buscando el camino de mi vida. 

 

Gracias a todos los que de alguna manera fueron mis maestros, a los que me acompañaron y abrazaron en éste camino de autoconocimiento. Y a mi hija, Luz, que me enseña día a día lo que es el amor.

 

Mariana Báez.